El fantasma Pepillo
no tenía sábana,
no tenía castllo.
Vivía en una casa vieja,
tan vieja,
que no tenía una teja.
Pepillo, el fantasma,
no tenía sábana;
se embadurnaba de harina
y dormía en la cocina.
Cuando llovía
se mojaba,
cuando había tormenta
se alegraba.
Como no tenía sábana,
cuando se iba a aparecer
tocaba una campana.
Cansado de no asustar,
el fantasma Pepillo
se compró un traje de pana,
se puso flequillo,
y se fue al parque
a jugar con los chiquillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario